domingo, 26 de febrero de 2012

The artist y el cine de alusión

Me encanta The artist, me encanta The artist, me encanta The artist..... La adoro, la adoro y la adoro, del primer al último fotograma, la música, los actores, el guión, la fotografía, los intertítulos.... por ese orden o por el que quieras, por gustarme me gusta hasta el perro. Después de esta elaborada y concienzuda crítica me hago ciertas preguntas ¿Por qué llaman a The artist una película muda si tiene tanto que decirnos? De forma muy resumida se trata de un canto de amor al cine clásico y un recordatorio al contemporáneo (no como otros que disfrazados en homenajear al cine lo que homenajean es el 3D). Avisa: el cine no puede ser sólo una sofisticada atracción de feria, un drama televisivo con posibles, un actividad de arte y ensayo... (no estoy enumerando las candidatas a los Oscars pero casi), eso puede coexistir siempre que además se sigan haciendo otras cosas que son las de siempre en su diferencia y repetición que diría el filósofo.

Por mucho que presuma de ello The artist no se ajusta al modelo de ese cine al que me niego a llamar mudo sino anterior al sonoro y se construye sobre citas literales a películas de los 30, 40 y 50, época en la que directores que se habían curtido cuando no había diálogos sincronizados contaban historias que parecen olvidadas pero sin las cuales nada de lo de hoy tendría sentido. Está Cantando bajo la lluvia y Ha nacido una estrella, El hombre delgado y Sombrero de copa como están el Billy Wilder de El crepúsculo de los dioses, el Orson Welles de Ciudadano Kane, el Alfred Hitchcock de Vértigo... Murnau, Lang, Chaplin y Keaton... y todo el firmamento olvidado de estrellas que desaparecieron. Me gusta este cine canibal y de alusión. Esta retroalimentación puede ser leída como un desabastecimiento de ideas o por el contrario un fortalecimiento de estas bajo la creencia de que sólo desde la repetición puede aparecer algo nuevo, aunque sea relativamente nuevo. “La repetición es la potencia del lenguaje; y lejos de explicarse de manera negativa por una carencia de conceptos nominales, implica una Idea de la poesía siempre excesiva”, decía un francés más bien pesado que se llamaba Deleuze.

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